Faros de España

Faros de España

31730 - Cabo de Creus

Datos de construcción

Año de construcción
1853
Constructor
Arquitecto

Lámina

El cabo de Creus es una gran elevación acantilada final de las últimas estribaciones de la cordillera Pirenaica. En esa zona se forman preciosas calas de agua transparente, formando uno de los parajes más bellos de la costa Brava. Situado sobre la punta de la Esquena, donde se hallaba una antigua torre de vigía, se construyó el último de los faros previstos en el primer Plan de Alumbrado para corresponderse con el de luz fija del Cabo Bearne, en Francia. La población de Cadaqués está a una distancia de 6,5 km que se salva por medio de una sinuosa carretera. Encendido por primera vez en 1853, era de luz blanca variada por destellos blancos de 3' en 3' y tenía un alcance de 15 millas. Estaba provisto de un aparato catadióptrico giratorio y lámpara de dos mechas, que utilizó sucesivamente el aceite de oliva, la parafina y el petróleo. En 1916 se sustituyó por una de incandescencia a vapor de petróleo a presión. Para lograr la característica de luz fija variada por grupos de 2 y 1 destellos blancos cada 20" se adaptaron al aparato óptico nuevas lentes giratorias y se instaló una lámpara más potente. Durante la Guerra Civil, el faro se apagó por orden de las autoridades militares de la villa de Cadaqués en previsión de un posible bombardeo. Restablecida la paz, volvió a encenderse con la apariencia de luz fija blanca, hasta que, en agosto de 1947, se repara la óptica primitiva recuperando sus antiguas características. A partir de 1951 se instalan nueva linterna y óptica aeromarítimas y un nuevo sistema de rotación. Con este equipo, que entro en servicio en 1962, pasó a tener la apariencia actual de grupos de destellos blancos y 13 millas de alcance. Posteriormente se complementó con una sirena y dos grupos electrógenos. Está dentro de un recinto asfaltado limitado por un pequeño muro, que no evita la invasión turística durante el verano. El viento dominante de tramontana sopla con violencia durante muchos días del año, a veces, con tanta intensidad que ha llegado a romper los cristales, impidiendo a los torreros la salida por la fachada principal.