El cabo Finisterre era considerado por los clásicos como el fin del lado occidental y del septentrional de Iberia. Hasta allí llegaba el fin del mundo conocido, a partir de allí el misterio. Actualmente se sabe que el punto más occidental de la península es el Cabo Touriñán. En el lugar que ahora ocupa el faro, en el alto de San Eugenio, y próximo al lugar en que la tradición señala que estaba el templo de Arasolis, se cree que antiguamente se encendían fuegos para guiar a los navegantes. Sobre esto hay varias leyendas e incluso se marca el lugar exacto, en la cima del monte, donde habrían estado emplazados los fuegos. La decisión de construir un faro en este lugar se tomó en 1843. Las obras del mismo se costearían con el sobrante de los arbitrios recaudados para faros en los distintos puertos españoles. El faro de Finisterre entró en funcionamiento en 1853. En un principio estaba dotado de una luz blanca giratoria con eclipses de 30'' en 30" que era producida por un aparato catadióptrico de 1º orden y una lámpara que consumía aceite de oliva. En 1931 se electrificó la instalación, y se dotó al faro de un aparato óptico de giro rápido que daría la característica actual de destellos cada 5" y un alcance para tiempo ordinario de 23 millas náuticas. El faro de Finisterre se encuentra situado a 3 kilómetros del pueblo del que toma el nombre, con el que se comunica por medio de una carretera