Faros de España

Faros de España

23800 - Cabo de Palos

Datos de construcción

Año de construcción
1865
Constructor
Arquitecto

Lámina

Inicialmente destinado a las Islas Hormigas, a tres millas del extremo del cabo, razones económicas y constructivas lo emplazaron dónde había una gran torre de vigía que se demolió y cuyos materiales se aprovecharon para construir la nueva torre. Su monumentalidad permite compararlo con el de Chipiona, con el que guarda algo más que una simple semejanza. Para los dos se hicieron proyectos que, de haberse llevado a cabo, les hubiesen significado como faros de roca de primera magnitud. Sin embargo su elevado coste motivó que no fueran construidos. El primer proyecto de 1852 para una torre de 62 m y posteriores de 1857 y 1859 fueron desestimados, hasta que en 1862 se aprueba el definitivo, que entra en servicio en 1865. Dotado de un aparato óptico giratorio, una lámpara de aceite de oliva y una apariencia de luz de ocultaciones cada minuto, alcanzaba 23 millas. En 1882 comienza a utilizar parafina, más tarde se usa otra de mechas y en 1919 se estrena una instalación de incandescencia por vapor de petróleo. En 1925 entra en servicio un nuevo sistema óptico, con una apariencia de luz fija blanca variada por destellos del mismo color cada 15", con el mismo alcance. Ese mismo año una descarga eléctrica produjo numerosos desperfectos. Desde 1875 a 1900, albergó la Escuela Teórico Práctica de Faros, destinada a preparar a los aspirantes al Cuerpo de Torreros. Durante la guerra funciona de forma intermitente, según las instrucciones del jefe de la base naval de Cartagena, funcionando cuando estaba previsto el paso de algún convoy. En 1938, fue ocupado por los marinos para establecer una estación radiotelegráfica y un radiogoniómetro. En 1960 se electrificó, y en 1971 comenzaron los trabajos de sustitución de la linterna, óptica y aparatos, por los actuales, logrando la apariencia de grupos de 2 destellos y un alcance nominal de 23 millas. El entorno que le rodea, en la Manga del Mar Menor, cuyas edificaciones llegan hasta el mismo muro que limita sus terrenos, tiene las ventajas e inconvenientes inherentes, que para unos le hacen deseado y para otros aborrecible. Una carretera asfaltada de poco más de 1 km que parte desde el puerto de Cabo Palos y atraviesa el pueblo, asciende hasta la misma explanada, constituyendo un obligado lugar de visita para turistas.